Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 29 de junio de 2006

Historias clínicas

Pasarse unos días en una clínica enseña mucho. ¡Si señor!. Cuando tu espacio se reduce a unos pocos metros cuadrados y a una ventana a través de la que ves sólo dos cipreses, te dedicas a pensar y a observar. Y, de verdad, hay mucho que ver y, en consecuencia, mucho que aprender; sí se quiere, claro...
Nada más llegar comienzas a darte cuenta de cosas en las que no habías caido hasta entonces. En la puerta de la clínica hay una pequeña muchedumbre, con ligero predominio de mujeres; casí todos con cara hosca, dedicados a lo suyo... ¡Fuman!. Con necesidad, apasionadamente.
Y comienzas a discurrir, lo que para muchos es un auténtico suplicio.. La legislación actual sobre el tabaco no sé sí conseguirá reducir su consumo y dudo mucho que álguien sepa -a pesar de la contundencia de nuestros "físicos"- sí reducirá el devenir de ciertas enfermedades, pero de lo que estoy convencido es que ha logrado aumentar con eficiencia el ansia de fumar de los que se dedican a tan nefando -según algunos- menester. O sea, que vamos en camino de reeditar la "Ley Seca", que tan ricos hizo a muchos criminales y que no sirvió para mucho más que para satisfacer a unas cuantas personas convencidas de que nuestros inmensos pecados se borran con gestos y símbolos.
¡Ah!. Yo no fumo; dejé el pecado cuando tenía 6 años. La cajetilla de "Bisonte" -sin filtro- costaba 20 reales y mi economía, basada en la sisa y la mangancia, no daba para tanto.
Pero puede que si sirva para algo. Al igual que muchas parejas se han iniciado gracias a que los perros necesitan mear de vez en cuando... (por cierto, ¡tela! lo de esas personas que les recogen la caquita en una bolsa... Tal capacidad de entrega a las necesidades ajenas me llena de esperanza, pues estoy convencido de que, sí así actúan con el chucho, su comportamiento con sus familiares y amigos será un ejemplo para todos).
A lo que iba.. La clínica es un puro paritorio. Y no, no son sólo extranjeras -que no suele haber, hoy por hoy, en lugares donde primero se paga y luego se recibe-; lo único exótico era una mesnada gitana, gente como cualquier otra sí le diesen al jabón bastante más, alguna de sus mujeres jóvenes se pusiese a régimen, no asasen sardinas en la terraza de la habitación que estaba junto a la mía y no celebrasen su convención anual en un espacio que no supera los 20 metros cuadrados.
Como decía.. Nuestra televisión debe de ser de una calidad tan ínfima y nuestros presupuestos domésticos tienen que estar tan ajustados que el populacho recurre a lo esencial.. Ya me entienden.
¡Por cierto!; tampoco es posible beber alcohol, pues está prohibida su comercialización dentro del ámbito hospitalario. No me extrañaría que dentro de poco tiempo el señor que recorre la clínica en silla de ruedas vendiendo el cupón -o cualquiera otro- se ganase unos euros suministrando de tapadillo algún que otro "mejunge"... La vida.
Sigo.. Tengo que confesarles que soy un pervertido. Como lo oyen. En cuanto se dan las circunstancias adecuadas actúo como Marilyn Monroe, que creo que dijo un día que su ropa de dormir se reducía a unas gotas de Chanel... Y, para mí, adecuado es estar así, en pelotas, en cuanto puedo. Y cuando recogían la cena, sobre las ocho de la tarde, y no era previsible que ya entrase nadie más, pues todos nos íbamos preparando para no dormir, me ponía cómodo...
Hete allá que nuestra habitación estaba horquillada entre la de la tribu -como dije- y la de "la yaya". La "yaya" es -espero que aún- una monja de 92 años, que estaba rodeada de media congregación. Sus compañeras vestían de uniforme, o sea, con falda midi de recio paño oscuro, camisa blanca cerrada al "garganchón", rebeca intrascendente y zapato negro indescriptible; ¡ah!, y pelambrera de macero medieval.
Era ya noche cerrada y atronaba con furia la tormenta, cuando decidí ir al baño...., en el mismo momento que la monja pequeñita, pequeñita, encargada del cuarto de guardia de barlovento se confundió de habitación..
Me quedé quieto, cual gárgola sorprendida por el amanecer, dando frente a la intrusa.. Ella, impávida, me atravesó con la mirada, como si mis tiernas carnecillas fuesen pura transparencia y fijó su atención en la ventana, mientras se convertía en algo así como la mujer de Lot..
¿Un segundo, una eternidad..?. No sé que decir. Antes de que yo pudiese reaccionar, su magnífico entrenamiento emocional le permitió balbucir un "creo que no es aquí", tras lo que giró sobre sus talones y desapareció en la soledad de la noche..
¡Increible!. Tienen un estilo delicioso. Símbolos y gestos. Un mundo pleno de magia.. ¡Qué difícil debe de ser captar que el Cristianismo consiste, simplemente, en un alegre vivir enamorado de los demás!.
Y lo digo por lo que sucedió a la mañana siguiente.. De pronto se montó un enorme revuelo en la planta; timbres que no dejaban de pitar, carreras, voces, ... y todo a barlovento. Mis largos años de servicio en el recontraespionaje no hicieron posible que tuviese otra alternativa.. Salí a cotillear..
¡Elemental, querido ..!. La cuestión estaba clara. El capellán de la clínica -probo varón- había atendido la llamada de la Congregación y había llevado la comunión a la "yaya". Le sumistró una hostia -lo siento, pero otra cosa sería tergiversar- de tamaño regular; la pobre anciana, entubada, con la boca reseca, medio exánime, no pudo tragarla y se le quedó pegada en la garganta.. Casi se ahoga.
Cuando ayer abandonamos la clínica seguía en la U.C.I.....
Y eso me recuerda -tranquilos que ya termino- un suceso vivido hace casi 30 años... ¡Ay!. Se estaba realizando un curso de buceadores de combate y dadas las circunstancias extremas de sus prácticas se envió en vuelo una cámara hiperbárica al hospital militar que les apoyaba.
Yo formé parte como 2º piloto de aquella tripulación.. El caso es que acababan de activar su primera U.V.I., cuyos pacientes eran enfermos cardiológicos en su mayor parte, y no todo el personal hospitalario entendía bien aquello de la vigilancia intensiva.
Uno de los que caminaba un pasico atrás del momento era el capellán. ¡Santo varón, lleno de buenas intenciones!. En cuanto supo que en cierta sala estaban concentrados los enfermos más graves, creyose en la obligación de llevarles su auxilio, ungirles con los Santos Óleos y darles la Sagrada Extrema Unción.
¡Dicho y hecho!. Revistiose, ensotanó a dos monaguillos y, a cruz alzada, plantose frente a la entrada de la U.V.I. Derribó las murallas, digo abrió las puertas, atizando campanillazos uno de los monagos, y penetró la comitiva en tan delicado recinto...
A poco, resuelve "ipso facto" los problemas de cardiología. Cinco infartados estuvieron a punto de alcanzar la paz eterna...
Ya les digo. Se aprende mucho en los hospitales.

10 comentarios:

Silvia dijo...

Me he reído mucho leyendo tu historia y me alegro de tu capacidad de observación, gracias a la cuál disfrutamos de anécdotas tan divertidas.

Lo de los gitanos...¿en todos los hospitales de España tienen? Es que siempre que he ido a uno, me he encontrado (cambiaban las sardinas por chorizo o sacaban la bota de vino)

Quizás la monja pequeñita vió la luz y se plantee su vocación ;-).

Un beso

Anónimo dijo...

Pues sí, Turulato, se aprende a identificar los sonidos de las noches interminables,a discriminar ese olor peculiar a desinfectantes y sobre todo lo vulnerables que somos...
(Si lo llego a saber, no me presento con el gato... que bastante guirigai tenías).
Un besín,que te recuperes del todo si no lo estás ya como apunta tu sentido del humor.

Ambar dijo...

Hola Turulato!! Como estas? Tanto tiempo!!!! Así que estuviste enfermo?? Pero ahora estás mejor, no?
Qué graciosa tu anécdota en el hospital, jajajajaj! Te tomaste con humor la estadía en ese lugar que, particularmente, no me gusta para nada...ya el olor me parece "triste y asqueroso" :S
Tengo un nuevo blog ahora :)
Besos.

Ambar dijo...

Me olvidé de darte la dirección: http://debeyhaber.blogspot.com

Ana María dijo...

No habla usted de la Seguridad Social, porque en ningún hospital de ella se puede quedar uno desnudo jamás de los jamases. Lo primero es porque en las habitaciones suelen haber dos o tres pacientes más los acompañantes :).

Si que es verdad que se aprende mucho observando a unos y otros. Además une mucho esas situación y gente que no se conoce de nada, es como si se hubiera estado toda la vida junta. En agosto del año pasado me lo pasé entero en un hospital, de acompañante, y a pesar de que mi enfermo mejoró nunca he llorado más como en ese tiempo.
Y es que es dura la vida en la selva.

Muchas sonrisas si eso es lo que usted quiere :).

Anónimo dijo...

Si se aprende tururú, si; mira sin ir más lejos quizá la monja pequeñita aprendio lo terriblemente atractiva q puede resultar una gárgola de carne y hueso y tooodo lo q se ha perdido!

Un beso niño, me alegra tu vuelta y q haya ido bien

Manolo dijo...

Hace algún tiempo, tras aprender de primera mano lo mala que puede ser la sanidad inglesa, nos aseguramos en una mutua española. Creo que no hay dinero que pague más a gusto.

Saludos

Luis Caboblanco dijo...

Hola Turu. La seguridad social, con sus más y sus menos, en una conquista a la que no deberíamos renunciar. El que pueda pagarse otra cosa que lo haga y lo disfrute, pero que no nos quiten una de las cosas que nos hacen recordar que todo somos, más o menos iguales :-)

Lo de desnudarte teniendo al lado la convención anual del apellido Heredia y al otro, media congregación de las clarisas, me parece, al menos, irrespetuoso :-) ¿Y si entra una monja en tu habitación por equivocación o demandan en algún momento la ayuda de un hombretón?...

Turu, turu...

Mar dijo...

Creo por lo leído que ya estás mejor y en casita.
No puedo con los hospitales por varios motivos (algunos ya comentados por ti) pero ¡¡viva la seguridad social!!
La monja a partir de ahora, que ha visto en carne mortal a San Turulato le va a rezar más, ya verás.
Me he reído un montón contigo y eso nunca tiene precio.

P.D.- (Por cierto... yo también tengo la misma ¿perversión?)

Anónimo dijo...

Queridiño, lo tuyo es de juzgado de guardia ( lo digo por la posible mancha que pueda aparecer en el sofá en el que estoy sentada)
Describes como nadie las situaciones desternillantes y casi increíbles...
Bicos y cuidate.