Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

jueves, 14 de junio de 2007

Un viaje clásico ( II - Acropolis: Erecteion y Partenon)

-Vayamos a la Pinacoteca Osidoro. Deseo reposar unos momentos y es un buen lugar; esta meteorología tan variable parece que hincha mis huesos y eso dificulta mis pasos.
-Te sigo, respondió. ¿Habrá alguna hetaira que atienda mi sed?.
-¡Los actores sólo pensáis en bebedizos o en hetairas!; ¡estás hecho un crápula!.
-¿Yo?; tú sabes como me cuido, como ejercito mis músculos, como cuido mis relaciones..
-Ya, ya...
A todo esto, habíamos llegado a la Pinacoteca. Una vez en su interior, nos sentamos en el banco corrido adosado a sus muros y nos mantuvimos en silencio, mientras contemplábamos las pinturas de sus paredes.

-¿Qué es para tí la belleza, Osidoro?.
Se mantuvo unos instantes en silencio, con la mirada perdida..
-¿Una adecuada proporción?, dijo. Algo he oído sobre vuestro concepto de belleza, aunque no creo que nadie pueda responder completamente a esa pregunta. Es posible que haya tantas maneras de entenderla como seres vivos.
-Es verdad, contesté. Creo que la belleza se siente y cada ser lo hace de manera distinta; por eso nunca algo, o alguien, podrá parecer bello a todos.
-¿La mujer puede ser bella?.
-¿Una mujer?. No se me había ocurrido.. Deseable si, pero bella.. No es un ser pleno y, en consecuencia, no reúne las características de la belleza.
Osidoro sonrió. Me había desconcertado. Para salir del trance, aducí:
-En el Hombre, creo que la belleza se basa en el agrado de la percepción ajena. No se trata de que nos veamos bellos; eso es indiferente, sí los demás nos ven feos. Lo esencial es la impresión que producimos en otros. En consecuencia, es preciso transmitir belleza y no lo es ser bello.
Pero sólo transmitimos lo que puede percibirse; un sordo nunca oirá mi palabra, luego lo que le diga carece de importancia.
Así que la gran cuestión es ¿qué agrada percibir?, ¿qué nos gusta sentir?. Quien sepa responder adecuadamente, será considerado bello. Y como para el común de los mortales lo que importa es la belleza física, creo que esta reside en el equilibrio de lo imperfecto.
Osidoro escuchaba con atención. Me animó a continuar con la mirada.
-Creo que todos tenemos imperfecciones físicas desde que nacemos. Grandes narices u orejas, brazos largos en exceso, piernas muy delgadas, ojos pequeños, poca o mucha estatura, ... ¡Y no hablemos de la evolución del cuerpo con los años!.
Vistas una a una, aisladas, no agrada contemplar esos despropósitos de la naturaleza. Pero forman parte del cuerpo y cabe la posibilidad de que esas irregularidades se integren unas con otras, constituyendo un conjunto armónico. Algo así como ese juego infantil, en el que juntando como es debido pedazos de algo logramos recomponerlo y contemplar el objeto en su conjunto.
En realidad, cualquier cuerpo tiene muchos defectos. Quien los oculta será descubierto más temprano que tarde, pero quien los aprovecha para su beneficio, acaba serenándose y disfrutando de la vida. Y es que no cabe enfrentarse a la Naturaleza sino que hay que colaborar con ella para vivir.

Me había recuperado. Y quería volver a tratar sobre la mujer. Así que le pregunté:
-Osidoro ¿qué es una mujer?.
Me miró como sí le hubiese preguntado que era el agua.
-¿Una entelequia, quizá?, martilleé.
-Conozco a una meteco, de una tierra montañosa hacia el Sol, que, aunque te cueste creerlo, piensa, me respondió. Dice que la Mujer es Materia y el Hombre, Idea. La Mujer desarrolla vida en su interior, como la Naturaleza; es estable, real y se dedica a si misma, a sentirse. Es equilibrio, porque es emoción y la emoción expulsa sus tensiones, como hace la Naturaleza mediante la lluvia, los truenos y los rayos.
Por contra, el Hombre mira en derredor, buscando donde dirigirse. Nunca acepta algo, se rebela contra todo y en especial contra si mismo. Busca saber, desentrañar los porqués y se vuelca en el pensamiento, no en el sentimiento. El resultado es que se dedica no tanto a vivir como a idear como vivir.
Por eso, amigo mío, ellas son sólidas y nosotros fugaces... En especial cuando...
-Calla, no sigas, le interrumpí. Ya es hora de que conozcas el Erecteion...

Recreación de la Acropolis, a vista de pájaro

Estado actual

Noté su mano sobre mi antebrazo. Durante unos segundos mi espíritu estuvo perdido, sin conciencia de donde me hallaba. Cuando conseguí ver lo que me rodeaba, contemplé frente a mi la estatua de Atenea Promacos, “la que combate en la primera línea”.
-Has hecho un largo viaje, musitó Osidoro.
Guardé silencio, mientras giraba la cabeza hacia él y le contestaba con la mirada.. Sentí como apretaba mi brazo, con suavidad y, a la vez, con firmeza.
Dirigió la vista hacia la estatua y dijo:
-Sí algún enemigo de Atenas consigue llegar hasta aquí quedará detenido por su presencia.

Realmente imponía. Fidias había realizado, entre el 450 y el 448 a.C, una estatua en bronce de algo más de 30 pies (nueve metros), que se elevaba sobre un pedestal de cinco pies (metro y medio).
Estaba armada con una lanza, apoyada junto a su pie y sujeta por su mano diestra, y embrazaba un gran escudo en la izquierda, sobre cuya cara había esculpido Mys -hijo de Hermias- imágenes de la lucha entre Centauros y Lapitas, pueblo de Tesalia y prototipo para los griegos de los ciudadanos civilizados en lucha contra la barbarie.

Dirigí la vista en derredor... Mira Osidoro, al frente y a nuestra derecha, el Partenón, y a nuestra izquierda, el Erecteíon. A nuestra derecha, allá atrás, el templo de Artemisa Brauronia y a continuación y en dirección al Partenón, a nuestra altura, la Calcoteca. Y este templo pequeño, ahí a la derecha, es el de Atenea Ergane, diosa de los artesanos.
El primero es un templo donde la diosa está representada en forma de osa, pues ese es el culto de Brauron; en él, las jóvenes tienen que danzar imitando a un oso antes de casarse, pues así lo establece el ritual, sí es que quieren disponer de las cualidades necesarias para ser una buena esposa y madre. En el interior de este santuario se encuentra el arcaico Xoanon de la divinidad y una estatua realizada por Praxíteles (siglo IV a.C.).
La Calcoteca es un almacén donde se guardan y exhiben los trofeos y máquinas de guerra, como ofrendas para Atenea, así como las piezas de bronce de la vajilla utilizada en el culto.

-Vayamos hacia el Erecteíon y dejemos para el final el templo de Atenea Partenos, la diosa virgen, propuse.
-Curioso, dijo Osidoro a media voz.
-¿Curioso?; ¿qué es curioso?, respondí.
-Que para ser diosa haya que ser virgen.
Guardé silencio durante unos instantes. Detuve mis pasos y le pregunté: ¿Crees que ser virgen no tiene mérito?.
-Para un mortal creo que ninguno; es más, renunciar por propia voluntad a algo tan natural y esencial como aquello que permite que todo lo creado se reproduzca, creo que es anular un aspecto básico de nuestro ser. Y sí es en contra de nuestra voluntad, bien porque no podemos o no tenemos ocasión, debe ser algo lesivo para el equilibrio del espíritu, además de ir contra la tendencia del cuerpo.
Pienso que en ningún caso la virginidad aumenta la calidad de quien la mantiene, pues el Hombre puede superarse y ser más digno sin tener que renunciar a lo que formó en él Quien le creó. Creo, continuó, que es algo que tiene su origen en el miedo; pero no en el que podemos sentir ante algo visible que nos asusta sino ante el desconocimiento profundo de quienes somos. En realidad, ser virgen es un problema de soberbia.
-¿Y quienes, o qué, somos, Osidoro?. ¿Seres soberbios?.
-Es más fácil saber que no somos. No soy una piedra, ní un olivo, ní un buey. Somos algo distinto, un ser que no se entiende como un trozo de carne, sin más, o que haya nacido sin responder a un plan superior, que desconozco -lo que no demuestra su inexistencia, que no me creo tan listo-, pero que de algún modo rige el kosmos. Creo, dijo mirando a su alrededor, que me rodea algo muy complejo; algo que no puede funcionar sin un orden. Y algún origen tiene que tener...
En resumen, como dijo Sócrates, sólo se que no se nada. Como todos. Y eso nos asusta. Porque lo que se y de lo que estoy seguro, es que soy mortal; y como tal debo de ser humilde. Y para ser humilde no debo valorar lo que ha sido creado, estableciendo categorías, purezas o dignidades.
Se mantuvo en silencio unos momentos y continuó..
-Y cuando estamos asustados, nuestra primera reacción suele ser intentar ignorar lo incomprensible. Luego lo interpretamos, como hago en el teatro, de modo que podamos entenderlo. Y lo que resulta tiene poco que ver con lo que verdaderamente era.
-¿Así que la virginidad nos asusta?, le pregunté
-Claro, como las mujeres; por eso las adulamos, buscando conquistarlas y luego las atacamos. Pero rara vez fundimos nuestro espíritu con el suyo, completando el ser único. Eso exige un acto de fe, creador, de plena entrega, confiando ciegamente en el futuro, propio de un ser humilde que sabe de sus pocas fuerzas y acepta las consecuencias vitales de su existencia.
Por contra, un soberbio pretende imponerse. Califica que es válido y que perverso. Cree que sabe y, paradójicamente, se desconoce a si mismo. En realidad, la soberbia es la reacción del cobarde ante la Vida.

Reanudamos la marcha y pasamos por el lugar, inmediato al Erecteíon, donde estuvo el templo dedicado a Atenea Polías -patrona de la ciudad- y cuyo culto acoge aquel, pues del antiguo apenas quedan sus cimientos -levantados directamente sobre roca-, ya que fue destruido por los persas. Es el templo jónico griego más grandioso, edificado para reconstruir el destruido por los persas en los años 480 y 479 a.C; fue dedicado al culto de Poseidón y Atenea, asociados a Erecteo.

-Dicen, comenté, que el Erecteíon es una copia de la casa de Erecteo, según la describe Homero.
-¿Erecteo?, contestó Osidoro; ¿quién es ese?.
-Un héroe antiguo, fundador de Atenas, que algunos identifican con Poseidón y que fue uno de nuestros primeros reyes; introdujo el culto a Atenea y puso en marcha las Panateneas. Se dice que fue fulminado por Poseidón y enterrado en el lugar de la Acrópolis donde se alza el Erecteion.

Vista actual del Erecteíon con el Pórtico de las Cariátides en primer plano

-Observa que su pórtico principal está orientado hacia el camino sagrado de Eleusis y que al construirlo se respetaron los signos de la controversia que libraron Poseidón y Atenea por el Ática, expliqué.
Zeus prometió el Ática a aquel dios que otorgase a la ciudad algo que la beneficiase en mayor medida. En el lado izquierdo del propileo puedes ver tres orificios en la roca que son las huellas que dejó el tridente de Poseidón cuando lo clavó en ella para hacer brotar un manantial de agua marina y junto a la pequeña entrada que hay más allá puedes ver el olivo que plantó Atenea.
Poseidón estaba solo cuando lo hizo y no pudo probar que el agua había brotado gracias a él, mientras que Cécrope testificó ante el tribunal de los dioses en favor de Atenea, manifestando que el olivo crecía porque ella lo dispuso. Los dioses creyeron a Atenea y dictaminaron, además, que el olivo resultaba más beneficioso, ya que el agua salada ní podía beberse ní usarse para regar los campos, por lo que otorgaron el Ática a Atenea, en cuyo gobierno sería ayudada por Cécrope, como premio a su testimonio.

Fue la última construcción realizada en la Acrópolis. El Erecteíon es un unicum, un templó jónico de modelo especial, cuyo arquitecto, Mnesiklés, vuelve a encontrarse con graves dificultades impuestas por la topografía y por los vestigios de viejos santuarios relacionados con los genios de la Acrópolis, como los de Cécrope, Erecteo y el de la diosa Atenea; es el sucesor del antiguo templo de Atenea Polias erigido por los Pisistrátidas, cuyas anomalías en planta evoca y repite.
Mnesiklés da otra lección sobre la composición de un complejo arquitectónico al integrar varios cuerpos en distintos planos y con dificultades mayores, sí cabe, que en los Propíleos. El núcleo o parte principal está precedido por un pronaos hexástilo que incluye el recinto de culto de Atenea Polias, incomunicado de otros tres colocados a su espalda y dedicados a Poseidón-Erecteo, a Hefaistos y a los ancestros míticos.
A un nivel inferior se le adosa un pórtico tetrástilo, por el lado opuesto una fachada plana con columnata incrustada en el muro a gran altura y por el costado el famoso Pórtico de Las Cariátides, relacionadas con el taller de Alkamenes.
Se trata, en conclusión, de un edificio construido sin axialidad ni simetría, con cambios permanentes en el sistema de proporciones y en el lenguaje formal, lo que hace que su carácter sea aún más atrevido y evolucionado que el de los Propíleos. A una fábrica arquitectónica tan bien resuelta se añadió la decoración plástica más fina, primorosa, rica y elegante de la arquitectura griega.
Así, por ejemplo, dinteles y marcos de las puertas están labrados en mármol imitando el trabajo de carpintería, las molduras y cenefas con motivos vegetales evocan la técnica del marfil y las figuras de mármol blanco esculpidas en el friso resaltan sobre el fondo de piedra oscura de Eleusis.

Plano de planta del Erecteíon

El Erecteión es un templo hexástilo cuya cella está dividida en tres partes: una dedicada a Atenea y la Serpiente de la Acrópolis, en recuerdo de Cécrope, a quien se consideraba un hombre serpiente; otra a Poseidón, en la que tal vez existió una cisterna para la sal marina de este dios; y la tercera en la que se veneraba a Erecteo.
En la principal se custodiaba la vieja estatua de Atenea, la Xóana, hecha con madera de olivo; ante la diosa ardía la famosa Llama Eterna en la lámpara obra del escultor Calímaco. La cella, de forma rectangular, mide 20,03 x 11,21 metros y cuenta con esbeltas columnas jónicas.
Como continuación natural de esta, pero sin comunicación -como se explicó-, se abren tres vestíbulos que contienen los altares de Poseidón, del legendario Erecteo, de Hefaistos y de Butos, un héroe local.
La pequeña entrada junto a ellos conducía al témenos -palabra griega que significa campo consagrado a una divinidad- de la ninfa Pandroso - hija de Cécrope-, el Pandroseio, donde crecía el olivo sagrado de la diosa Atenea (el árbol que podemos observar actualmente fue plantado en 1917). Desde aquí, una escalera lleva a la tumba de Cécrope, el mítico rey de Atenas, situada justo bajo el límite del Erecteíon.
Anexo a esta construcción, pero situado en un plano inferior para adaptarse a un desnivel del terreno de aproximadamente tres metros, se abre un pórtico con cuatro columnas jónicas en la fachada y dos en los laterales. Aquí se encuentra la bóveda que, con probabilidad, alojaba a la serpiente tutelar: la Serpiente Sacra de Erecteo, a la que los atenienses ofrecían cada mes tortas de miel.

-¿No crees Osidoro que con unas proporciones tan estilizadas, la esbeltez de sus columnas y la delicadeza de sus esculturas, tiene algo de femenino?; por contra, el Partenón, que vemos desde aquí, da una impresión de robusta solidez que, en cierto sentido, podría tomarse como prototipo de masculinidad.

Fíjate en la decoración jónica de la puerta, a través de la que se accede desde el pórtico al templo principal; ¡es espléndida!. Y en la decoración esculpida del friso que rodea el edificio principal y el pórtico más al norte..; ¡lástima que el de las Cariátides no la tenga!. ¡Y qué decir del mármol que decora el techo!; por cierto, ¿ves esa abertura que hay en él?.. Nadie se ha atrevido a cerrarla, ya que se dice que la causó un rayo que Zeus dirigió a Erecteo.

Pórtico del Erecteíon, con techo de placas de mármol

-Vayamos hacia la entrada que está junto al Pórtico de las Cariátides, propuse; es la más famosa, por lo que es donde se muestran los objetos sagrados cuando la ocasión lo merece. Así podemos contemplar alguna estatua o vestido de los dioses.
Está dedicado a Pandrosia, hija de Cécrope, y es obra de Calimacos, discípulo de Fidias y guarda la tumba de Cécrope. Observa, continué, que en lugar de columnas presenta seis figuras femeninas de casi 8 pies de altura (unos 2,30 metros).

Vista general; a nuestra derecha, el Pórtico de las Cariátides

Vitrubio les dio el nombre de Cariátides porque las jóvenes que posaron como modelos provenían de Carie, una ciudad cercana a Esparta. Visten túnicas jónicas y llevan sobre la cabeza un cesto que actúa como capitel.
La segunda koré (muchacha) de la izquierda fue substraida por Lord Elgin y en su lugar se ha colocado una copia de yeso. En la actualidad, las cinco Cariátides restantes son también copias; sus originales se conservan en el Museo de la Acrópolis para protegerlos de la contaminación atmosférica.
Faltan las manos de las Cariátides, por lo que sólo cabe suponer que la izquierda sujetaría probablemente la vestimenta y la derecha algún objeto de los usados en el culto. La cabeza no soporta directamente la cornisa, sino que entre ambas se sitúa un "cesto" esculpido que distribuye eficazmente las cargas arquitectónicas.



La Tribuna-Pórtico de las Cariátides es una de las obras de la Edad de Oro griega, tanto arquitectónicas como escultóricas, más comúnmente reconocidas por su exquisitez formal. Seis jóvenes doncellas, talladas en mármol pentélico a mayor tamaño que el natural, vestidas con vaporosos peplos, cuyos sinuosos pliegues realzan sus formas anatómicas, sostienen sobre sus cabezas la cornisa de la “próstasis” o porche, que sobresale del ala meridional del templo.
Perfectamente integradas en la estructura arquitectónica del edificio y respondiendo al cien por cien a su estilo jónico, orientan su mirada hacia el Partenón y hacia el camino procesional que conducía al mismo: la Vía Sacra.

El perfil del
Erecteíon, y el de los templos jónicos en general, supera en verticalidad al de los templos de estilo dórico. Su canon de proporciones es totalmente distinto. Las columnas son más delgadas y están provistas de basas trabajadas con molduras que se apoyan en un estilóbato, confiriendo al alzado del edificio un aspecto más etéreo.
Las estrías de los fustes no moldean las cortantes aristas características de las columnas dóricas, sino que consisten en finas acanaladuras enmarcadas por cantos romos. Los capiteles son fácilmente discernibles por sus típicos pares de volutas en espiral y están enriquecidos con otros adornos, como el astrágalo y un delicado equino de ovas y dardos. El ábaco es más plano. Los capiteles jónicos de doble voluta que rematan las columnas del Erecteíon están considerados como los más bellos entre los producidos en Grecia.

Capitel jónico de doble voluta del Erecteíon

El entablamento se divide, al igual que en el dórico, en arquitrabe, friso y cornisa, pero todos estos elementos son mucho más ligeros en conjunto y detalles. El friso, en lugar de estar entrecortado con triglifos y metopas, corre a todo lo ancho del frontispicio y se adorna con una sucesión ininterrumpida de relieves figurativos describiendo temas de la mitología helénica.

Cuando estaba a medio acabar, su construcción fue súbitamente interrumpida, a causa quizá de la desastrosa expedición ateniense a Sicilia (415 - 413 a.C.), pero fue reemprendida en 409 y el templo se completó en 406 a C. La reconstrucción de la Acrópolis llegó a su término dos años más tarde, aunque fue entonces cuando se produjo la derrota definitiva de Atenas en la Guerra del Peloponeso, y en años posteriores sólo se añadieron edificios secundarios.
El templo sufrió varios incendios y fue restaurado antes de ser transformado en una iglesia cristiana en el siglo VI d. C. Cuando la Acrópolis se convirtió en manos de los turcos en una fortaleza, el Erecteíon sirvió para alojar el harem del jefe militar.

-Bien amigo, creo que es hora de que nos acerquemos a la gran maravilla.. Como ves, está a dos pasos. Vayamos en silencio, inmersos en nuestros pensamientos, preparándonos para comprobar que, aún siendo pequeños -muy pequeños-, realizamos grandes obras.
Recorrimos el corto espacio que separa el Erecteíon del Partenon. El sol mediterráneo iluminaba el lugar, realzando lo que los hombres habían construido y, a la vez, empequeñeciéndolo ante la maravilla de la Luz.
-Ante ti, Osidoro, el Partenón, hoy está considerado como la obra maestra del arte griego el templo de Atenea Partenos; ¿sabes?, en este mismo lugar se alzó en tiempos el Hecatómpedon, dedicado también a Atenea Virginal. Estamos en un lugar que los atenienses han sentido sagrado siempre.

Vista aérea del Heraion de Samos, primer hecatompedón

Conocemos las fechas en que se construyó el Partenón por inscripciones en la propia obra que fijan su comienzo en el año 448-447 a.C. y el final en el 438-432 a.C., lapso de tiempo brevísimo cuando se piensa en la magnitud de lo realizado. Las fuentes que están a nuestra disposición mencionan como arquitectos a Iktinos y Kallíkrates, aunque Vitrubio cita también a Karpion, quien se desvanece en la Historia. Las ideas básicas del proyecto las aporta Iktinos, un arquitecto genial que escribió un libro, desgraciadamente perdido, sobre las teorías desarrolladas en la construcción del Partenón. Posiblemente fueron supervisados e influidos por Fidias, pues en realidad el templo no es otra cosa que la morada de una obra de este.
Su idea de lo que es un templo dórico y de cómo se modela el espacio se aprecia cuando comparamos el Partenón con el
Templo de Zeus en Olimpia y con el llamado Prepartenón, un templo dórico hexástilo que los persas arrasaron durante la 2ª Guerra Médica y del que sabemos que estaba en construcción en 480 a.C.

Réplica a tamaño real en Nashville USA

El parangón demuestra que el Partenón es más monumental, más cerrado y más compacto, aunque extreme la finura y la delicadeza de sus elementos constructivos. Respecto al canon dórico de Olimpia se observa que la ampliación de la perístasis (8 x 17) y la considerable ampliación de la cella, van en detrimento de la anchura del pasillo existente entre ambas y denotan un nuevo sentido del espacio, pues el conjunto resulta más grandioso y unitario. De hecho, la amplitud y la espaciosidad del Partenón se perciben desde fuera y desde dentro, dada la perfecta conjunción e interdependencia de exterior e interior.

Plano de planta

La planta es la de un templo octástilo y anfipróstilo, cuyas columnas se encuentran más próximas entre sí y hacia la cella, con la natural repercusión en los espacios interiores. Por su parte, el nuevo sentido del espacio, que modifica sensiblemente las proporciones de la cella, es una novedad importantísima, cuya causa primordial es la colosalidad de la estatua en oro y marfil de Atenea Partenos -forjada con las armas fundidas de los persas derrotados, armada con casco dorado y pectoral, con espada y con escudo-, que tiene absorto a Fidias durante el proceso constructivo.

Vista del interior de la reconstrucción del Partenón en Nashville

El basamento de la estatua, que se conserva in situ, es monumental; exigía una anchura enorme, de ahí la necesidad de ampliar la cella. Se trata, pues, de una solicitud de Fidias a Iktinos, ante la necesidad de un escenario adecuado para el coloso de casi 12 m que fue la Atenea Partenos. Fue llevada a Constantinopla en algún momento y allí desapareció.

Corte transversal

Por idéntico motivo, en lugar de una cella de tres naves con doble columnata paralela, las columnas se curvan en forma de U por la parte posterior de la nave central para ubicar la estatua de Atenea, como sí se tratara de un nicho. Fue una solución revolucionaria, cuya influencia se dejó sentir inmediatamente.

Estructura general

Está asentado sobre un basamento de tres peldaños rodeado por una columnata exterior con ocho columnas dóricas en las fachadas este y oeste y 17 columnas a lo largo. El templo ocupa una superficie de 69,54 metros por 30,87 metros y las columnas alcanzan una altura de 10,43 metros, estando ensanchadas en el centro para corregir el efecto óptico de las líneas horizontales.

Frente a estas novedades inesperadas existen en el Partenón peculiaridades que no son originalidad del proyecto arquitectónico, sino consecuencia o adaptación de tradiciones ancestrales. Así, por ejemplo, la división de la cella en dos espacios desiguales y la introducción de rasgos jónicos en un templo dórico -el friso que recorre los muros de la cella y las cuatro columnas jónicas de la menor de las dos estancias en que queda dividida la cella- deben considerarse rasgos heredados del Prepartenón e incluso del llamado Templo Dörpfeld de época Pisistrátida.

Hay en el Partenón refinamientos casi imperceptibles, pero de extraordinaria eficacia a la hora de darle ese carácter vital de músculo activo tantas veces señalado. Son las llamadas correcciones ópticas, que en sí mismas no son novedad, aunque la tiene en grado sumo la manera de interpretarlas o hacerlas valer.
Se persigue con ellas una estudiada contraposición en los miembros del orden arquitectónico según la función ejercida, a partir de la que se obtiene una perfecta compensación de efectos visuales; algo así como la versión arquitectónica del contraposto escultórico, dice Gruben. Como sobresalientes hay que citar el mayor grosor de las columnas laterales respecto al de las centrales, para neutralizar la impresión de adelgazamiento provocada por la intensidad de la luz en las esquinas, así como la inclinación hacia dentro de todas las columnas.

Percepción visual

Realidad construida

Percepción visual, sin corrección

En segundo lugar, la contracción de las metopas propagada desde el centro; es decir, la anchura de las metopas disminuye progresiva e imperceptiblemente a partir del centro, de manera que se evita el cambio brusco de dimensiones, siendo más anchas sólo las dos últimas metopas de cada lado.

Por último y principalísimo, la curvatura de todos los elementos horizontales, desde las gradas del estilobato al entablamento. A consecuencia de la curvatura y de las líneas de fuga, siempre verticales, los bloques de mármol no son rectangulares sino trapezoidales; cada uno de ellos hubo de ser cortado y tallado individualmente, detalle que merece ser tenido en cuenta para aquilatar la dificultad y calidad del trabajo. El ensamblaje tan cuidado como armonioso de todos estos pormenores es lo que hace distinto al Partenón.

Las columnas sustentan el arquitrabe y el friso, que está decorado con 92 metopas; las exteriores estaban parcialmente forradas de piezas de hierro pulido, lo que producía un intenso reflejo dorado al ser iluminadas por el sol, visible a mucha distancia mar adentro.

Realizado en su totalidad en mármol pentélico, que carece de vetas y proporciona cierto tono rosado, consigue unos efectos cromáticos sorprendentes, debidos a su calidad inigualable, ya que su transparencia y blancura definen el núcleo de la obra. Triglifos, mútulos y reglas iban pintados de azul, como es frecuente en los elementos verticales, mientras la taenia o moldura lisa, la banda que corre por debajo de los triglifos y el listel superpuesto a ellos, iban decorados con un meandro datado sobre fondo rojo, como si fuera el motivo tejido en una cinta o en un galón.

Recreación informática de la decoración interior

El acasetonado del techo quedaba enmarcado por motivos vegetales, ocupado el centro por una palmeta exquisitamente dibujada sobre fondo azul. La decoración escultórica iba lógicamente policromada, tanto en las metopas del friso dórico, como el friso jónico y los frontones.

Su decoración, en sus días de gloria sumaba noventa y dos metopas (catorce en los frentes occidental y oriental, y treinta y dos en cada uno de los lados largos), ciento cincuenta y nueve metros de friso ininterrumpido y cincuenta esculturas de bulto redondo en los frontones.

Metopa con la representación de un centauro y un lapita
Museo Británico

Las metopas estaban ubicadas alrededor del edificio, sobre la fila exterior de columnas y representaban varias batallas míticas. Describían en el lado norte la Toma de Troya o Iliupersis, referencia mítica al doble saqueo de Atenas por los persas; la Centauromaquia, estaba situada al sur de Partenón y simbolizaba la victoria de los griegos y los atenienses contra los bárbaros, de la civilización frente al caos, tras terribles esfuerzos y sacrificios; la Amazonomaquia, en la parte oeste, insistía en el mismo tema de la victoria del helenismo liderado por Atenas frente a los bárbaros; y la Centauromaquia, al este, relataba en imágenes la mayor de las batallas libradas entre las fuerzas del orden y la justicia contra la oscuridad y el caos.
Las metopas mostraban a Atenas campeona del Helenismo y la Civilización, como el poder benéfico que se opone al caos y a la barbarie. Eran esculturas individuales en altorrelieve y había 92 metopas, 32 en cada lado y 14 en cada extremo; cada una estaba separada de su vecina por un simple adorno arquitectónico llamado tríglifo.

Las mejor conservadas pertenecen al lado sur y las del norte han podido ser reconstruidas gracias a los dibujos de Carrei. Se pueden apreciar algunas diferencias entre ellas, pues algunas uniones están mejor conseguidas que otras, quizás por ser de distintas personas o tal vez por el simple paso del tiempo. Pero todas las figuras son de un canon alargado, muy dinámicas y casi de bulto redondo. Se piensa que podría haber plantillas, posiblemente dibujadas por Fidias, que servían de modelo para después plasmarlas en la piedra, ya que todas son composiciones muy parecidas.


El friso, un elemento jónico incluido en un templo dórico, permite, a diferencia de las metopas, el desarrollo pleno de la libertad en el espacio y en la expresión. El friso sintetiza la gran Procesión de las Grandes Panateneas que tenía lugar cada cuatro años. Aquí es el propio pueblo ateniense el sujeto de la obra artística, sin distinción de ricos o pobres; el demos en su conjunto, al lado de los metecos, en pleno y gozoso movimiento, en la alegría de la fiesta. El friso plasmaba la plenitud ateniense y proclamaba la fe en su diosa y en el destino de su ciudad. Representaba el triunfo de la democracia, el único régimen político capaz de desplegar la inteligencia y las virtudes que residen en todo hombre.

Alma-Tadema nos presenta -tomando como fuente las "Vidas" de Plutarco- el momento de la exhibición del recién concluido friso de las Panateneas del Partenón por parte del escultor Fidias a Pericles y su amante, amor y amada, la hetaira Aspasia

Los frontones fueron realizados entre el 438/437 y el 434/433 a.C. En ellos Atenas y Atenea se funden. El occidental representaba la disputa entre Atenea y Poseidón, un mito que había tenido lugar en la propia acrópolis, en el Erecteo. La composición exaltaba a Atenea y mostraba las bases de la misma Atenas: el poder marítimo y la riqueza del Ática. El frontón oriental narraba el nacimiento de Atenea en el Olimpo; en él, del mismo modo que el surgimiento de Atenea provocaba la admiración de los demás dioses, así la emergencia de Atenas movía la admiración en toda Grecia.

Nacimiento de Atenea

Su ejecución es parecida a la de las metopas, pues parecen esculturas de bulto redondo; rompen con la típica representación de los frontones, donde el ángulo superior del triángulo coincidía con la figura principal -la cima del frontón- pues su composición es simétrica, con dos figuras en formas de V (como en Atenea y Marsias). Además, las figuras aparecen ahora vestidas y antes estaban desnudas.

Disputa entre Atenea y Poseidón

Finalmente, Fidias depositó en la cella del Partenón la estatua crisoelefantina de Atenea de 12 metros de altura y 1.140 kg de oro y marfil. Construirlo había costado 469 talentos (1 talento era lo que costaba una trirreme arranchada, que era el barco de guerra más avanzado de la época y, también, el importe del salario mensual de toda su tripulación. El P.I.B. anual de la ciudad de Atenas se estima que ascendía a 1000 talentos). Y para terminar, el conjunto se desarrolla matemáticamente sobre el número 8, que se aplica a ciertas dimensiones para obtener las restantes; así, la altura de las columnas es ocho veces el diámetro de su base. Pero esto es otra historia…

-Impresiona, comentó Osidoro.
-Es cierto, contesté. Ante la diosa, dentro del Partenon, se siente uno pequeño; aunque.., templo y estatua no dejan de ser sólo una obra humana.
Vayamos hacia el norte de la Acrópolis, continué; desde allí veremos Atenas y te explicaré las Panateneas.....

(Continúa en "Un viaje clásico " (y III - Panateneas)

4 comentarios:

MABANA dijo...

Lástima que te vayas de playita a tomar el sol, a descansar oyendo las olas...que horror!!, estas completamente seguro que quieres ir??

En fin...con esto lograrás que uno se quede mas que picado con tus letras, como me han gustado desde el anterior post...eres genial, en verdad....

Me ha gustado mucho principalmente lo de " la Mujer es Materia y el Hombre, Idea. sera??---buen tema de discusión!

Pásatela suuuper, y regresa bien bronceadito...para envidia de los que nos quedamos sin ver la playa por muuuucho rato...

Anónimo dijo...

Camino del Erecteion el ibero súbitamente se paró:

-Después de pensarlo un poco, creo que puedo contarte algo que aprendí antes de llegar a Atenas. Aunque es conocimiento sagrado, pienso que tú estás en posición de recibirlo. Pero primero debes jurar solemnemente que lo conservarás para ti, no podrás difundirlo entre el común de los mortales, pues el misterio sólo está al alcance de los más elevados entre nosotros.

Habló de su viaje a Delfos, de su larga temporada en el templo de Apolo dónde aprendió los arcanos de la música, tan necesarios para la interpretación escénica. Allí conoció a Pitia, la sacerdotisa que comunica a los dioses con los humanos y les habla de su futuro. Ella en una ocasión le dijo:

“Desde los tiempos más antiguos, los más conspicuos pensadores entre nosotros creían que las cosas de este mundo son todas de naturaleza dual. Y a estas dos naturalezas denominaron Femenino y Masculino. Y esta es la principal diferencia respecto el mundo de la Unidad y Permanencia, donde la Idea es siempre una e igual a sí misma. En efecto, el hombre y el mundo poseen su lado espiritual y su lado material. Allí donde hay orden, es decir, una trabazón armónica ente las partes opuestas, hay belleza, cosmos. Además, lo bello y lo bueno es lo mismo. Por eso el ser humano debe de ser un cosmos, igual que lo es el mundo. En el espíritu, en el alma, del mundo y del hombre existe una parte racional donde reside la sabiduría, y una parte irracional y por ello dual, donde residen las pasiones. Por eso nosotros, los humanos, que como el mundo también somos imágenes imitadoras del Ser, somos capaces no sólo del movimiento sino también del pensamiento y del conocimiento. Nuestra parte espiritual es eterna y circular, siempre igual a sí misma, y se desarrolla y se recoge en un perpetuo movimiento de salida-retorno que solemos llamar vida. Nuestra parte pasional, también es dual y por tanto divisible y perecedera. En ella reside un principio activo, que se suele llamar masculino y un principio receptivo, que llamamos femenino. Tanto hombres como mujeres somos el resultado de una compleja mezcla matemática, de una composición de elementos femeninos y masculinos. Según predominara uno u otro nos identificamos con uno u otro sexo. Y así ocurre con nuestra apariencia externa o con nuestra función procreadora. Pero cada ser humano, hombres o mujeres, participamos en mayor o menor medida de lo masculino y de lo femenino, de las pasiones “thímicas” (parte impulsiva del alma irracional, donde habita la ira y el coraje) y de las “epithiméticas” (parte deseante del alma irracional, donde entre otras cosas tiene su hogar la pasión amorosa). A veces la fuerza de Eros, Amor, nos une un instante, buscando el retorno a la unidad originaria. Por todo lo que te he contado, los que creen que lo masculino es lo racional y lo femenino lo pasional, no están acertados. Ni tampoco los que creen que lo racional es solamente nuestra capacidad lógica, pues con este nombre designamos también nuestras superiores cualidades, metarracionales y espirituales. Y ese es mi trabajo”.

Anónimo dijo...

Todo un lujo poder participar de la sabiduría de la sacerdotisa a través del magnífico relato del comentario anterior.
Creo que esa impronta maniqueista de ver la vida como si las cosas y los seres tuvieran una etiqueta indeleble, un estigma que los condenara o los magnificara por encima de toda medida .nos impide reconocer esa extraña emoción, que llamamos Belleza. Y digo reconocer porque parece que toda nuestra historia fuera un baibén entre una concepción de la belleza mundana y otra suprasensible, un ir del cuerpo al alma. Tal vez, la visión más certera de la belleza sea la de un ciego (estoy recordando “Marianela” de Pérez Galdós…)
Pero volviendo a los griegos y a su manera de loar el mundo y la belleza, valdría la pena entender esta sensibilidad antes de preguntarnos acerca de lo que entendemos por bello.
He pensado que el enfoque poético del asunto puede ser tan soberbio como el filosófico… pero el primero no se detiene en la inteligencia sino que penetra en el corazón y ese jardín, me resulta más familiar.
Para Hesíodo es bello aquello que asombra a la vista, es bella la mujer aunque sea un “mal” hermoso, pues participa de la gracia de Afrodita. La encarnación de la belleza surge del mar pues hay una identificación entre mujer y agua, entre las ondulaciones del mar y las curvas femeninas, pues la línea más hermosa es la línea ondulada ( ¿patriarcal?... es la mirada del hombre, en tanto que mirada y en tanto que hombre. El hombre se percibe a sí mismo como sujeto mientras la mujer es el objeto mismo de la belleza).
Para Homero la fuente de la belleza se encuentra en la naturaleza, en ciertas partes del cuerpo de la mujer. Sin embargo la belleza masculina no aparece casi nunca por sí sola sino asociada con la fuerza y la valentía. Bello es todo aquello que expresa el ideal de un hombre honesto.
En cambio para Safo la belleza del alma se alza por encima de todo. Y para los heroicos, el ideal es el atleta pues el bien se liga a lo bello y se exterioriza en la belleza, es decir, los valientes y los buenos son a la vez hermosos.

A pesar del peso cultural…si miramos la vida con detenimiento todo es provisional y efímero, imperfecto e incompleto pero no en un sentido peyorativo sino potencial ¿Podemos encontrar belleza en aquello que no tiene una función precisa, que es ambiguo y que es relativo?...¿ Es bello aquello que no pretende serlo? El problema reside cuando sólo queremos la vida, y sólo sentimos placer cuando las cosas aparecen y no al desprendernos de ellas.

Mar dijo...

Un paseo maravilloso a la luz de la mañana, fascinante la conversación sobre la belleza a la par que la belleza arquitectónica, pero no menos interesante que tus comentaristas.
La belleza es diferente según quien mira, pero estoy con "El principito" en que reside en el corazón donde no hay rectas ni curvas :)