Palabras, palabras, que cual trenes me llevan a conocer nuevos paisajes

lunes, 6 de julio de 2015

Grecia (y 2)

En cuanto al problema griego, creo que el referéndum se convocó y se preparó para que su resultado fortaleciese a Tsipras ante su población. Pensar que una votación ajena controle las decisiones de los dirigentes de la UE y la opinión de todas sus poblaciones me resulta un despropósito. La llamada democracia se ha sacralizado de tal modo (si de verdad fuese tan maravillosa luciría por si misma, sin tener que pregonarla constantemente) que nadie se atreve a ir en público contra esa imagen. Otra cosa y así se comprueba constantemente, es como se decide más allá de las palabras.

Lo que hay que corregir en Grecia no es ya su deuda sino la generación de esta. Recurramos para verlo con claridad a una familia que estuviese en la misma situación. ¿La solución a sus problemas y al impago a sus acreedores está en perdonarle o reducirle el principal, disminuir o incluso pasar a 0% el interés, ampliar el plazo de devolución o cualquier otra novación del préstamo?. El problema reside en que gastan más de lo que ingresan, lo que se conoce como Déficit, que se acumula cada mes -por poner un periodo cualquiera- al del anterior, resultando la Deuda familiar. Si la familia no se aprieta el cinturón o se le aprietan los huevos desde fuera hasta lograr que gaste solo lo que tiene y deseablemente un poco menos para ir devolviendo lo que debe, cualquier medida, cualquiera, mantendrá el problema, la enfermedad económica familiar, por toda la eternidad. Y esa respuesta a sus dificultades comienza tanto por eliminar cuanto gasto sea prescindible como por reestructurar la economía familiar, lo que en el caso de un Estado implica legislar tributariamente con sentido y estructurar organismos y sistemas eficientes de recaudación.

Es cierto que todos los Estados mantienen cierta cantidad de Déficit y Deuda, limitados en el área Euro al 3% y 60% respectivamente de su P.I.B., cantidades que se consideran "manejables", aunque esto significa en realidad que es una "herencia" que podemos dejar a nuestros hijos sin ahogar su futuro, aunque sodomizándoles. Porque pagar hay que pagar lo que debemos, ya que si no pago alguien no cobra y en lo que yo me beneficio, alguien resulta perjudicado. Es lo mismo que mi derecho y mis obligaciones; si nadie se obliga, nadie podría disfrutar de derecho alguno, ya que yo "tengo derecho a .. porque alguien se obliga a ..".

Lo que sucede es que no nos damos cuenta de que se puede pagar antes o después, creyendo que solo se pagan las deudas después de recibir el préstamo y eso es falso. Veamos...; y no voy a dar un ejemplo, sino una realidad vivida durante toda mi vida profesional. Tal ayuntamiento -o cualquier organismo- necesita que tal empresa -un autónomo lo es- realice un trabajo para él o le suministre lo que sea. La empresa, sea unipersonal o multinacional, sabe que tan lustroso y demócrata organismo, elegido popularmente precisamente para vivir del cuento, paga casi después de unos 300 días de recibir el trabajo o suministro. Así que, si puede, en lugar de ofertar el precio correcto suma una cantidad por el retraso, otra por la jodienda y otra por si las moscas, de manera que el precio resultante se cobra la deuda "antes"; al final se cobra de sobras y muchas veces bastaría el primer plazo.

Lo que sucede democráticamente es que la gente quiere creer, pues cuanto menos esfuerzo mejor y se cabrea e indigna cuando se le exige que se esfuerce y cumpla -recuerde lo bien que le sentó y como agradeció la última multa de tráfico- , por lo que elige a quien le va a regalar la existencia, sin percatarse que este en lugar de reagalarle, le chuleará antes que después. Y el electo hace las mil y una para mantenerse en la poltrona, a costa de ser despreciable. Al cabo, pagamos todos. Siempre se paga. Y además, deber siempre nos retrasa el vivir.

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